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miércoles, 26 de junio de 2013

Dejarse llevar

Demasiadas preguntas entre lecciones de derecho y algo de literatura-colapso mental-ordenación de ideas. 

Perfecto. Ahora si puedo comenzar a contestar las preguntas más difíciles del mundo, las que me hago a mi misma. Y para empezar, como no, este recurso de escribir que siempre me ha tenido tan enganchada, incluso en aquellos cuadernos de juegos que un día escondí en algún cajón desordenado, con la intención de ser descubiertos al cabo del tiempo, como la botella con mensaje que se arrojó al mar para acabar con el último suspiro de cada palabra escrita en el ya papel mojado de su interior, y que con la peor de las intenciones, una ola arrastró hacía manos desconocidas en una playa cualquiera.
Incluso en aquellos cuadernos que de vez en cuando vuelven a caer en estas manos, tan desconocidas como las del naúfrago del cuento más popular, se encuentra esa sensación que vaga entre la verguenza y el orgullo al comprobar la magnífica idea que surgió de tan sólo un juego de niños que dejaba entrever una increible locura de mayor.

Y en estas líneas, una vez más vuelvo a mostrar la perdición de empezar a teclear, de permitir que el cerebro envíe tantísimos mensajes como imágenes pasan por él, para terminar formando una explicación de una realidad que quizá muy pocos (siendo generosa en el número) entiendan, y sobre todo, que se aleja con descaro de la finalidad con la que comencé a escribir esta entrada. Recuerden, aquellas preguntas que me hago a mi misma, y que tan sólo yo puedo responder. Por el momento, las volveré a formular frente al espejo, para que los ojos desconocidos me hagan adentrarme a través de esa profundidad que algunos comentan, para poder entablar conversación con el alma de complicado trato, pero que como bien aseguran los susurros que actúan como banda sonora, quiere tanto que hará llorar, aunque también reir, pero sobre todo, ser felíz.

Tal vez en otro momento, porque admito que mi droga, esta de escribir, tiene filosofía propia: dejarse llevar.

Buenas noches,

Pilar L.Carmona

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