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lunes, 11 de octubre de 2010

En mi habitación

Ya no son los mismos muebles. No están las mismas cosas, ni está pintada del mismo color. Otros peluches...¡no! Aún quedan algunos, ya se les va notando los años. Ni siquiera la puerta está en el mismo lugar. Parece otra.
Han desaparecido los fantasmas que vivían en el baúl. Supongo que se irían con él, porque por aquí tampoco está. Por cierto, en ese baúl si que se podían encontrar auténticos tesoros.

Insignificantes, graciosos, tristes, y algunos que es mejor que sigan siendo secretos. Cuantos y de cuantos tipos de secretos callan estas cuatro paredes. Casi casi puedo afirmar que es mi mayor aliada.

A través de estos muros ya no se escuchan las mismas voces, ni las mismas conversaciones. La música que retumbaba en las ventanas también ha cambiado. No me alegro. Tampoco me disgusto demasiado porque a saber que será lo próximo. Y que yo lo oiga.

Hay algo que no cambia. El olor, aunque yo no puedo olerlo, supongo que estoy demasiado acostumbrada a el. No puedo olerlo, pero si añorarlo.

Creo que incluso esto voy a echar demasiado de menos. Y sobre todo a esa puerta que me conecta con todo aquello que quiero ver.

Buenas noches,

Pilar L. Carmona

sábado, 9 de octubre de 2010

Qué se pare el tiempo

Pilas oxidadas, a medio gastar. De esas que encuentras cuando ordenas entre el desorden para ti ordenado de la habitación. Esas son las mejores pilas, aunque contaminen; y no deberían estar ahí, en el fondo de esa lata con publicidad de hace años que venía con la típica botella que se regala en el día del padre. Sin embargo ahí están, para cuando hagan falta; para que duren solamente hasta que el deseo de que cese el "tic-tac" se haga realidad justo en el momento indicado.

Para que todo pare, todo el mundo calle, enmudezcan los susurros, se congele la imagen en la pantalla del cine, y sólo quede eso que tus ojos permiten ver. Eso, y aquella canción que te recuerda momentos maravillosos del pasado. Que quede para siempre.

Al menos, así debería ser.

Que poder tan grande el de tener la capacidad de controlar el tiempo. Imposible. ¡Qué jodida palabra!

Buenas noches,

Pilar L. Carmona