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miércoles, 24 de julio de 2013

Nada ni nadie

Esta noche he vuelto a ser una enana. He vuelto a ser la niña más traviesa de la clase junto a esa gran compañía llamada inquietud. He escuchado aquellas risas y a todos aquellos que amenazaban con convertirse en los más chivatos del lugar. He sentido el miedo de las noches de fin de curso frente a la biblioteca del colegio y me he enfadado al volver a sentir esa rabia cuando el último penalti no se va alto como asegura quien intenta desconcertar tras las portería. He vuelto a llorar porque ese notable en matemáticas me sabe a poco, porque esa comida tan rica que me espera al mediodía como recompensa por haber aprobado no la merezco. He vuelto a formar parte de aquella pelea, porque el árbol más grande del patio es de mi clase, y eso, eso no nos lo quita nadie, ni siquiera los niños de la clase de al lado, los más listos, los mejores en todo, aquellos a los que le arrebatamos la copa que tenía mi nombre, cuando aquel irónico "lo siento" junto con una palmadita en la espalda, estoy segura que en aquel momento se recibió como un golpe casi tan grande como mi ego.
Y me he despertado sonriendo. Sonriendo por las veces que me dijeron lo chula que era ¡Y tanto que lo era! Me he despertado con la misma inquietud, con esas ganas de comerme el mundo. Con esa seguridad de que nada ni nadie me puede parar.

Buenos días, y a por el miércoles

Pilar L. Carmona