También puedes encontrarme en Twitter

lunes, 17 de diciembre de 2012

Al año que se acaba

Todo el día llevo escribiendo. Me levante recopilando información, y comencé a teclear. Por la tarde no me quedó otra que continuar, sabiendo que pasaría parte de la noche igual, escribiendo bonito. Después llegó esa obligación que, salvo en algunas excepciones, hace que las tardes se me pasen rapidísimo. Siempre intentando esa objetividad imposible que mañana leerá mi ciudad. Por la noche, después de cenar continué y al finalizar y maquetar, leí en alto y comprobé que efectivamente había escrito bonito. Salvo el positivo final, esta mañana mi mente tenía perfectamente programado como iba a acontencer el día, pero se me escapaba algo. Después de pasar el día escribiendo, disfrutando, aunque fuera por obligación, al poner el despertador que indica que por fin acaba el día, terminaría volviendo a encender el ordenador, porque quién sabe si verdaderamente el mundo acaba este año, y yo no quiero deberle nada a nadie, y mucho menos a todo un señor año.

Este año no puede pensar de mi que me aprovecho sin más. Cierto es que a veces se me escapan detalles, pequeños, a veces muy grandes, como este que casi olvido. Odio que me pasen esas cosas, a mi que me encanta perseguir esa perfección moral que se encuentra a una distancia inalcanzable y por la cual nunca consigo quedarme con lo positivo y buscar siempre algo más. Pero bueno, siempre pasan cosas que hacen que una reaccione, y más vale tarde que nunca.

Me pasó anoche. Justamente anoche me percaté de que tenía una cuenta pendiente con este maravilloso año al que no puedo pedirle mas. Reaccioné cuando escuche ese pasodoble con el que conseguiste contener las lágrimas, durante el cual yo solo pude mirarte una vez, al principio, para comprobarlo. Después, el pasodoble quedó en un segundo plano en mi mente, era la banda sonora de un millón de imágenes que transcurrían cronológicamente y que terminaban allí, con el final del pasodoble, entre algunos abrazos, ojos llorosos, sonrisas complices y mi pensamiento de "lo ha conseguido", que no sólo se refería a que había conseguido escuchar el pasodoble sin llorar. Fue entonces cuando la película que me había montando en mi imaginación había llegado al final al mismo tiempo que la banda sonora. Volvía a la realidad, a esa fuente de la piedra escrita, para comprobar que el deseo estaba cumplido, y que, siendo así "es de buen nacido ser agradecido".

Pues eso, que gracias, mil gracias al año que se acaba.

Buenas noches,

Pilar L.Carmona

No hay comentarios:

Publicar un comentario