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miércoles, 17 de noviembre de 2010

11:21

Una ducha caliente quita esa mala sensación que causa despertarte y ser consciente de que sigues ahí. Mientras dormía estaba en otro lugar, con otra persona, estaba feliz. Pero sonó el despertador.

Ahora, sentada en este sofá rojo y aunque sin ganas, tomando el desayuno, cierro los ojos. Pienso. Miro el reloj, ¡vaya, también es rojo!, y no va con retraso. Sonrío. Sólo quedan horas.

Para variar.

Buenos días,

Pilar L. Carmona

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