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jueves, 11 de noviembre de 2010

Reflexión


...y cuando todo es tal y como se había planeado con años de antelación, se apagan las luces, me aplauden. Ahí estoy...iluminada; el centro de atención. Saludos, agradecimientos, ¡pum!. Bajo del escenario. La función ha terminado. Salgo por la puerta de atrás, como los perdedores, o como los artistas. Sin remordimiento.

Vuelta a la vida real, esa, la difícil, la corta, la que quiero vivir sea como sea, la única que por mi parte es considerada vida. Lo demás fue felicidad por instantes, y por el temor a que lo único que da un poquito de felicidad se pueda convertir en odio,por el momento, renunciaré a ello.Tiene los días contados. Entre los dos mundos que me he creado, me quedo con el mio lleno de supuestas dificultades para mí posibles de contender, y rechazo el otro, el de esa felicidad colocada en el lugar erróneo, o quizá la errónea soy yo. Con seguridad se trata de lo último.

Por ahora me quedo con una oportunidad a la más traicionera de todas, esta mente difícil de controlar, y a la vez poderosa. La más poderosa. Y si soy vencida le agradeceré haberme demostrado que quise perseguir una felicidad sin pensar que verdaderamente me la estaba dejando en el camino. De lo contrario, adelante con esta locura. Veamos hasta donde soy capaz de llegar, pues estoy casi segura de que me vencerá, y si no lo hace, quizá sea yo la que grite "me rindo". No se si quiera vivir el resto de mi vida en ese mundo "comodín", porque el de verdad no es. Es el otro, el que desde aquí recuerdo como una pesadilla. Como algo irreal.

Al menos me alegra saber que independientemente del resultado del combate, esto ha valido la pena.

Se cierra el telón. Ya quiero dejar de actuar. Silencio.

Buenas noches,

Pilar L. Carmona

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